¡Lo cotidiano es político!

Cada vez se hace más necesario que seamos conscientes de que con un acto tan cotidiano como realizar la compra, y en concreto la compra de alimentos, podemos estar ejerciendo nuestra "microcélula" de poder y de dominación 3 veces al día todos los días del año.

Y es que el consumo, entendido como una acción individual que articula personas y territorios en base a determinadas relaciones sociales, constituye un acto extremadamente político, cuyas consecuencias ecológicas y socio-económicas pasan habitualmente desapercibidas.

Es fundamental el papel que tenemos en la configuración del sistema agroalimentario. Nosotras tenemos el poder de decidir el lugar donde llenar nuestra cesta de la compra. Podemos decidir desde ir al supermercado, ir al mercado de abastos, ir a una tienda de productos ecológicos, hasta asociarnos con otras personas para consumir responsablemente. Es decir, en nuestras manos está elegir la opción de "consumir agroecología o consumir capitalismo". Consumir agroecológicamente significa otorgarle igual peso a las cuestiones sociales, económicas y ecológicas siendo, por tanto, el hecho de consumir un acto político. En esta línea, consumir agroecológicamente no sólo significa elegir dónde comprar sino también el cuestionamiento de qué comprar, cuál es nuestra dieta. El consumo de productos sobreenvasados, fuera de temporada, no locales, precocinados, etc. lleva tras de sí toda una cadena de desequilibrios sociales, económicos y ecológicos que, además, son el pilar sin el que la gran distribución no podría funcionar.

En oposición al actual modelo alimentario industrial y petrodependiente basado en la dominación de las personas y del medio donde vivimos, se están articulando nuevas formas de organización y de funcionamiento con una base agroecológica. Las Experiencias Agroecológicas se presentan como una forma viable de organización económica, alternativa al sistema capitalista global, proponiendo alternativas reales al Sistema Agroalimentario. Estas experiencias suponen verdaderos instrumentos de transformación política y social, con voluntad de oponerse a un determinado modelo de producción y distribución en manos de la industria agroalimentaria, en las que la perspectiva de acción política colectiva es fundamental, y donde las relaciones son de igual a igual, en base a la confianza y el conocimiento mutuo, rompiendo con una práctica y una lógica mercantil.

Si miramos a nuestro alrededor las podemos encontrar en ejemplos como las tiendas ecológicas, los mercaos sociales, los huertos urbanos, la comercialización por cestas, comercialización por pedidos, asociaciones de personas consumidoras y grupos de autoconsumo. Todas ellas, están formadas por personas que han decidido que, no sólo no quieren participar del modelo agroalimentario globalizado, sino que apuestan por crear nuevas realidades y alternativas. Estas personas han adquirido el compromiso de dejar de ser piezas pasivas manejadas por el sistema, para pasar a ser sujetos activos y transformar el actual modelo político, económico y social. Son partícipes de construir la realidad que les rodea desde un paradigma político que pone en su centro a las personas y al planeta.

Este camino para pensar y construir alternativas no puede ser de otra manera que "de abajo hacia arriba" y "de lo local a lo global", partiendo de la diversidad de las personas, comunidades, pueblos y culturas, para construir una globalidad enraizada en esta diversidad y en la complementariedad de todas ellas. Es un camino centrado en lo humano y en lo social, en una democracia cuyos sujetos seamos las mismas personas organizadas, conscientes y activas que logramos, como sociedad, crear una nueva forma de hacer economía y política orientada efectivamente al interés general.

En este proceso de cambio es imprescindible dejar de ver a la economía como una ciencia abstracta y alejada de las personas y entender que, si bien la actividad económica es fundamental ya que se refiere a proveerse de lo necesario para la subsistencia, es una parte más del ámbito de las relaciones entre las personas, y como tal es una herramienta para administrar de forma coherente y con equidad nuestros recursos1.

Con todo esto volvemos a resaltar la importancia que tenemos las personas dentro de la configuración de los sistemas agroalimentarios. Es preciso que rescatemos nuestro protagonismo como motor de cualquier cambio y el rol de una cooperación verdaderamente transformadora. En nuestras manos está decidir qué modelo queremos construir. En esa construcción estamos personas que proviniendo de realidades distintas nos complementamos para construir juntas una realidad alternativa. Es por ello que ¡¡Ni somos ni queremos ser piezas pasivas sino sujetos activos en colectivo!!.


1. En este proceso de cambio es necesario cuestionar al capitalismo como base económica universal e irreversible y demostrar que el sistema capitalista y su globalización no han sido ni serán beneficiosos para la humanidad en su conjunto. aunque se insista en justificar lo contrario.

Recursos:

  1. La agroecología: hacia un nuevo modelo agrario. D. López, M. Llorente (Ecologistas en acción).
  2. Agroecología Política: La Transición Social hacia Sistemas Agroalimentarios Sustentables A. Calle, D. Gallar, J. Candón. Revista de Economía Crítica n. 16.
  3. La Agroecología como estrategia metodológica de transformación social. E. Sevilla.
  4. Via Campesina
  5. Revista Soberanía Alimentaria
  6. "Las cosechas del futuro" Cómo la agroecología puede alimentar al mundo Película de Marie-Monique Robin. Autora de "El mundo según Monsanto"
  7. La voz del viento - Semillas de transición. Documental.