Sin feminismo no hay agroecología

Al hablar de género y agroecología es indispensable echar una mirada al sistema donde nos movemos, el sistema capitalista. El sistema capitalista está organizado según una lógica de acumulación de capital y de obtención de beneficios en vez de en una lógica de satisfacción de necesidades para toda la población. De esta manera, beneficia a unas pocas personas a costa de la mayoría, a través de una serie de estructuras sociales, económicas y políticas que ponen la vida al servicio del capital, aumentando las desigualdades sociales. Asentado sobre el patriarcado1, este sistema se sustenta en el trabajo gratuito de las mujeres, así como en el expolio de la naturaleza.

De esta manera, el sistema agroalimentario se basa en esta lógica de acumulación, en una economía de mercado, financiera y monetaria, con el objetivo único de obtener beneficios, olvidándose del su función principal de alimentar a las personas. Este sistema está desarrollado básicamente por los hombres en el ámbito de lo público. Todos estos trabajos están sustentados en la economía doméstica, la de los cuidados, desarrollada por mujeres en el ámbito de lo privado. Han sido tradicionalmente ellas las que se han encargado de gestionar todos los procesos necesarios para la gestión de la vida como son la educación, la salud, el cuidado de las personas dependientes, la alimentación, etc.

La AG y la Soberanía Alimentaria se preocupan por restaurar las desigualdades entre mujeres y hombres, visibilizando y poniendo en valor el importante papel de las mujeres en los sistemas agroalimentarios, desde el Norte hasta el Sur. La AG entiende que ningún modelo de desarrollo será sostenible y equitativo sin la igualdad entre hombres y mujeres.

La agricultura industrializada y mercantilizada está basada en relaciones de poder jerárquicas, donde la Naturaleza es tratada como algo infinito, y por tanto, explotada y subordinada a los seres humanos. Son múltiples los efectos negativos sobre la naturaleza que evidencian esta explotación y subordinación: deforestación, contaminación atmosférica, contaminación de los suelos debido, entre otras cosas, a la emisión de gases de efecto invernadero y al uso masivo de fertilizantes químicos.

Este sistema de igual modo que explota a la Naturaleza, explota a las mujeres, relegadas al ámbito privado, haciendo trabajos de cuidados, gratuitos e invisibles, de muy diversa índole (labores domésticas, atención de personas mayores, cuidado de criaturas, ayuda familiar en las labores agrícolas, cuidado emocional), para los hombres y para sostener sus actividades públicas y económicas. Además este trabajo es considerado como infinito, igual que los llamados "recursos naturales". Ellas son el colchón del sistema económico y frente a los cambios motivados por la lógica de acumulación, ellas reajustan los trabajos de cuidados para seguir garantizando la satisfacción de las necesidades y en definitiva, el mantenimiento de la vida.

En el sistema agroalimentario, nos encontramos con que las mujeres siguen teniendo dificultades en el acceso a la propiedad de la tierra, a la toma de decisiones, a la participación en las gestiones, en el acceso a los créditos. Además, el trabajo de las mujeres se sigue considerando como "complemento" a la renta familiar, teniendo dificultades a la hora de encontrar apoyos, sobre todo, si es una mujer sola, y el trabajo de los cuidados que realiza, sigue sin ser reconocido. Por ejemplo, en el estado español, menos del 9% de las fincas agrarias son dirigidas por mujeres y son de dimensiones bastante más pequeñas que las dirigidas por los hombres. Del 82% de las mujeres que trabaja en fincas agrarias dirigidas por hombres, el 59% no cotizan a la Seguridad Social por el desempeño de una actividad económica. Al trabajo de las mujeres en las labores agrícolas, sin ninguna remuneración económica ni visibilidad social, profesional y política, se añade el trabajo doméstico y de cuidados, realizado mayoritariamente por las mujeres. En cambio, la mayoría de mujeres que son titulares de fincas agrarias en el estado español optan por una agricultura ecológica, en vez de convencional, algo bastante significativo. Estas mujeres optan por una economía centrada en la sostenibilidad de la vida y son protagonistas de un cambio de modelo basado en la satisfacción de las necesidades

Desde una perspectiva feminista, es necesario un cambio de actitud. Crear mercados basados en la confianza y en el apoyo mutuo, respetar los ciclos naturales para minimizar nuestro impacto ecológico, cuestionarnos cuáles son nuestras necesidades básicas y como las satisfacemos.

Para lograr esto, es necesario cambiar el concepto de trabajo, desarrollándose desde la colaboración y cooperación con la naturaleza y el resto de seres, y entendido como una práctica de creación y recreación de la vida y de las relaciones humanas. Además, no podemos olvidar la importancia del conocimiento ancestral en el manejo de recursos, la necesidad de entablar diálogos con otras generaciones, de recuperar las prácticas tradicionales que forman parte de nuestra cultura y la autonomía e independencia del mundo campesino, no sometido a los designios del mercado.

Es por todo esto que consideramos importante la perspectiva de género, entendiéndola como una cuestión política y social y sin olvidar el papel fundamental de las mujeres en cualquier alternativa que generemos. Así la AG propone un enfoque político y social con nuevas lógicas económicas basadas en la satisfacción de necesidades fundamentales, donde los roles entre mujeres y hombres se equilibren, se intercambien y podamos hablar de una economía del cuidado capaz de construir una alternativa integral al sistema agroalimentario globalizado e industrializado.

Precisamente por considerar importante este perspectiva, hemos querido incluir en este Material Divulgativo la Investigación de Género que realizamos en el transcurso del proyecto realizado. Este estudio se centraba en analizar el papel de las mujeres en la construcción de Agroecología y Soberanía Alimentaria. Para ello, decidimos hacer una aproximación a este análisis, centrándonos únicamente en el reparto de tareas entre hombres y mujeres dentro los colectivos agroecológicos analizados. ¿Qué tareas han llevado a cabo habitualmente las mujeres dentro del colectivo? ¿Y los hombres? ¿están estas tareas remuneradas? ¿Están estas tareas valoradas dentro del colectivo? Éstas son algunas de las preguntas que realizamos a los colectivos que participaron en la entrevista. Si quieres conocer más, te adjuntamos la entrevista y los resultados en el cuadro de RECURSOS.


1. Manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y la ampliación de ese dominio sobre las mujeres en la sociedad en general, apropiándose por medios pacíficos o violentos de su fuerza productiva y reproductiva.

Recursos:

  1. Análisis de Género en Experiencias Agroecológicas.
  2. La Lógica de lo Ecológico. Reflexiones sobre la producción, distribución y consumo de alimentos ecológicos y convencionales en Andalucía. Buscando alternativas. J. Herrero y A. Hurtado.
  3. Ecofeminismos rurales. Mujeres por la Soberanía Alimentaria. Revista Soberanía Alimentaria.
  4. Por una recampesinización ecofeminista: superando los tres sesgos de la mirada occidental. M. Soler y D. Pérez.
  5. ¿Y los hombres qué? Reflexiones feministas en torno a las masculinidades y la agroecología. D. Pérez, A. Calle y J.M. Valcuende.
  6. A lomos de un elefante, ¿quién depende de quién? M. Coronado. Revista Soberanía Alimentaria.
  7. Tejiendo alianzas para una vida sostenible. Consumo crítico, feminismo y soberanía alimentaria. Marcha Mundial de las Mujeres Xarxa de Consum Solidari.
  8. Género, Agroecología y Soberanía Alimentaria. Perspectivas ecofeministas. Emma Siliprandi y Gloria Patricia Zuluaga (coord.)
  9. Mujeres campesinas y andaluzas. Entre la tradición y la lucha. Aliadas por la Soberanía Alimentaria.